A sonreír se empieza cuando se aprende a soñar flojito.
En inefable. Pásate varios años con demasiadas ilusiones sin cicatrizar y a
todos tus sueños les acabará saliendo una arruga.
Pero hoy no quiero hablar de sueños ni de
ilusiones, sino de sonrisas. Y hay muchísimas maneras de estirar la boca.
Para empezar, uno
puede sonreír para sí mismo o puede sonreírle a otro. Se trata de
sonrisas totalmente distintas, sobre todo porque mientras la primera es por
donde se escapan ideas alegres y recuerdos, la segunda constituye el símbolo
universal de la complicidad.
A partir de ahí, todas las demás. Sonrisas de idiota y sonrisas de listillo.
Sonrisas falsas, sonrisas malignas, sonrisas tímidas, arrogantes, sonrisas
payasas y sonrisas desesperadas. Sonrisas que invitan a un primer paso y
sonrisas que declinan toda invitación. Sonrisas verticales, horizontales, de
medio lado y hasta en diagonal.
Para cualquier otra expresión física, hay que
tener muy en cuenta cuándo se manifiesta. Para la sonrisa, no. Da igual la
situación en la que te encuentres, una sonrisa bien
dibujada siempre te va a ayudar, a ti y seguramente a todos los demás también.
Para terminar, No confundirse. Sonreír no tiene nada que ver con reír, simplemente
comparten letras. La sonrisa crece. La risa estalla. La sonrisa calla.
La risa berrea. La sonrisa escucha. La risa habla. Pero si se puede sonreír
incluso mientras se llora. Con eso está todo dicho.
De cualquier modo, lo que realmente me fascina
del acto de sonreír es lo mucho que se obtiene frente a lo poco que cuesta. Lo
poco que abunda y lo gratis que es.
Lo bien que conozco el teorema.
Lo poco que me lo sé. . .
Hablo mucho de mí en el blog, pero quise
publicar algo que le de “sentido de vivir la vida”, así que nada tengo muchas
cosas para contar sobre amigos, mis cosas y demás pero (otro día será)… estaré
distraída aunque sea un milímetro de lo que me pasa y pensaré en las personas
que me rodean y sobre todo en mi pensamiento.
Ya no me encuentro contestando un “¿Yo que se?” Por fin entiendo que en tus redes yo
caí. Ya no me encuentro preguntándome
“¿Por qué?” por fin entiendo de una vez que es porque sí.
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